Goel Ratson para algunos es una especie de "Mesías", pero para la mayor parte de sus vecinos es, simplemente, un caradura de tomo y lomo.
Y esto no sólo por su peculiar familia, sino por el control talibán que ejerce sobre sus mujeres, a las que tiene prohibido comer carne, abrazar a sus padres, fumar, beber alcohol o vestir de forma “provocativa”.
En cuatro edificios del modesto barrio de Tikva se esconde una comunidad (¿secta?) a la que Goel denomina "familia numerosa".
Y todos sirviendo a este pequeño hombre de melenas blancas y tez oscura, viven sus 32 mujeres y ¿89 hijos? Una cifra que se queda corta.
La secta se empezó a tejer hace 30 años. Empieza su búsqueda reclutando a su futura mujer cuando es una adolescente con problemas físicos, sociales o psicológicos. Tras su milagrosa curación terapéutica, es toda suya. Y así viene otra y otra y otra hasta el día de hoy.
Goel presume de una potencia sexual descomunal y se muestra jactancioso cuando le preguntan por su secreto:
"Tengo todas las facultades que una mujer quiere las medidas que una mujer quiere. Todo el cariño que una mujer busca. Lo tengo todo".
Las 32 mujeres se turnan y, aunque no lo confiesen, hay una lucha cada noche por ser la afortunada.
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