Un campesino va arreando dos vacas y otro se le acerca a conversar.
¿Estas vacas son de razas?, pregunta el primero.
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?, pregunta el primero.
La otra también, responde Don Zoilo.
Y dígame, ¿Estas vacas van para la feria?
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?
La otra también, responde Don Zoilo.
Y dígame, ¿Estas vacas están preñadas?
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?
La otra también, responde Don Zoilo.
Pero, dígame una cosa Don Zoilo, ¿por qué cada vez que le pregunto por las vacas me responde que esta sí y después, me dice que la otra también?.
A lo que Don Zoilo le responde:
Lo que pasa es, que esta vaca es mía.
¡Ahhhh!, contesta el primero, ahora entiendo, y dígame,
¿Y la otra?
La otra también.
¿Estas vacas son de razas?, pregunta el primero.
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?, pregunta el primero.
La otra también, responde Don Zoilo.
Y dígame, ¿Estas vacas van para la feria?
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?
La otra también, responde Don Zoilo.
Y dígame, ¿Estas vacas están preñadas?
Esta sí, responde Don Zoilo.
¿Y la otra?
La otra también, responde Don Zoilo.
Pero, dígame una cosa Don Zoilo, ¿por qué cada vez que le pregunto por las vacas me responde que esta sí y después, me dice que la otra también?.
A lo que Don Zoilo le responde:
Lo que pasa es, que esta vaca es mía.
¡Ahhhh!, contesta el primero, ahora entiendo, y dígame,
¿Y la otra?
La otra también.
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