Puerto Rico. Toa Baja.- Una bala perdida mató a una mujer embarazada de seis meses, pero los médicos de la Unidad de Intensivo Neonatal del Hospital Pediátrico lograron el milagro de salvarle la vida a la bebé que aún crecía en el vientre de su madre. Glorimar Carmona González, de 22 años, no pudo conocer a su bebé. Se suponía que mañana sabría su sexo: hembra.
Ese día, la joven embarazada sintió dolor en el vientre y su esposo Larry Rivera Pinto le pidió que se recostara en la cama mientras le cambiaba el pañal a su hijo, Miguel Ángel, de ocho meses de nacido, que estaba sobre la cama.
A eso de las 8:50 de la noche, se inició un tiroteo en la casa contigua donde viven los familiares de Rivera, quien preocupado por sus sobrinos, a quienes había visto parados en la acera, corrió para ayudarlos.
“'Quédate ahí que algo pasó', y como mis sobrinos estaban allí… Le dije: 'No te muevas que hirieron a alguien', y estiró la mano hacia donde estaba el bebé (la cuna)”, dijo Rivera, quien no se percató en ese momento de confusión de que la habían herido a ella. Cuando regresó a la habitación para conocer cómo se sentía su esposa, la vio en un charco de sangre.
“Dio un par de vueltas como si no lo creyera. Él se quedó paralizado. Luego, gritó que se la habían matado”, declaró Daniel Rivera, cuñado de la víctima. (Fuente).
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