La velocidad con que podemos arrojar una pelota, correr o girar el volante del automóvil depende de la rapidez con que las células envían la orden a los músculos. Y a su vez esta velocidad depende de un buen aislamiento de las conexiones cerebrales.
Una nueva investigación sugiere que a una edad mediana, incluso las personas saludables empiezan a perder parte de ese aislamiento en un sector del cerebro que controla el movimiento, a la vez que su velocidad disminuye ligeramente.
Eso contribuye a explicar por qué “es difícil ser un atleta de nivel mundial después de los 40 años”, concluyó el doctor George Bartzokis, neurólogo en la Universidad de California en Los Angeles que condujo el estudio.
Para Bartzokis, el cerebro es como la internet. Los movimientos veloces dependen de la longitud de banda, que en el cerebro es la mielina, una especie de vaina grasosa de las fibras nerviosas. Pero mientras la mielina se va produciendo durante la adolescencia, ¿cuándo se torna tan lenta su producción que no basta para reparar el aislamiento deteriorado?
Eso quisieron comprender los autores del nuevo estudio. Bartzokis reclutó a 72 varones saludables, de 23 a 80 años, para someterlos a una prueba sencilla: ver con qué velocidad podían golpetear con el dedo índice. Todos pueden hacerlo, ya que no depende de la fuerza ni del estado físico.
Eso no significa que el resto del cerebro se vea igualmente afectado. Bartzokis tiene algunas evidencias de que la mielina empieza a deteriorarse una década más tarde en las regiones cerebrales responsables de las funciones cognitivas que en las zonas de control motor.
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