Cuando a penas era un niño, nos concentrabamos varias decenas de muchachos en la ciudad de Miches, con el objetivo de divertirnos hasta más no poder y aprovechar el tiempo que nuestros padres nos habían otorgado para que jugarámos colectivamente cualquiera de los juegos de la época.
Recuerdo entrañablemente algunos de los juegos que hacíamos, tales como: trompos, pelota, el tríqui o la placa, vitilla, haciamos carritos ruedas de javillas y de ruedas de álamo, volábamos chichíguas o cometas fabricadas por nosotros, hacíamos saxofón de penca de coco, balitas con escopetas también hechas por nosotros de madera, el bón, camán ahí, gomitas o banditas, bolas o canicas, el topao que es lo mismo que el loco que lo jugabamos tanto en lo seco como en el agua, entre otros tantos más.
Estos juegos lo desarrollabamos tan sanamente, pero como eran por temporada, no podíamos mezclar las cosas y volar chichígua en tiempo de trompos, ni tampoco podíamos jugar pelota y luego el topao; porque si se hacía eso era posible que jugara sólo, todo tenía su tiempo.
Nos concentrabamos muchos, pero muchos niños en determinado y exclusivos lugares del pueblo que no molestara a nadie, siempre considerando y respetando a los adultos.
Eramos un gran número de muchachos tanto del pueblo abajo, como del pueblo arriba que nos divertíamos a díario, porque otra cosa, los juegos del día no eran los mismo de la noche, eran otros diferentes, en la noche jugabamos: el gabilán, el sun sun de la carabela, el pañuelo, el topao en tierra, miracal o marichal, el escondío, y si participaban niñas de nuestra generación... jugábamos me caí dentro de un pozo, una cadelita, pa la otra casita, entre otros...
Todo era tan sano y tan diferente a lo que se hace ahora, que recuerdo con añoranzas todo y cada uno de esos momentos de mi infancia.
Robert Linarez
Miercoles 17 de Septiembre de 2008
6 y 01 am
Recuerdo entrañablemente algunos de los juegos que hacíamos, tales como: trompos, pelota, el tríqui o la placa, vitilla, haciamos carritos ruedas de javillas y de ruedas de álamo, volábamos chichíguas o cometas fabricadas por nosotros, hacíamos saxofón de penca de coco, balitas con escopetas también hechas por nosotros de madera, el bón, camán ahí, gomitas o banditas, bolas o canicas, el topao que es lo mismo que el loco que lo jugabamos tanto en lo seco como en el agua, entre otros tantos más.
Estos juegos lo desarrollabamos tan sanamente, pero como eran por temporada, no podíamos mezclar las cosas y volar chichígua en tiempo de trompos, ni tampoco podíamos jugar pelota y luego el topao; porque si se hacía eso era posible que jugara sólo, todo tenía su tiempo.
Nos concentrabamos muchos, pero muchos niños en determinado y exclusivos lugares del pueblo que no molestara a nadie, siempre considerando y respetando a los adultos.
Eramos un gran número de muchachos tanto del pueblo abajo, como del pueblo arriba que nos divertíamos a díario, porque otra cosa, los juegos del día no eran los mismo de la noche, eran otros diferentes, en la noche jugabamos: el gabilán, el sun sun de la carabela, el pañuelo, el topao en tierra, miracal o marichal, el escondío, y si participaban niñas de nuestra generación... jugábamos me caí dentro de un pozo, una cadelita, pa la otra casita, entre otros...
Todo era tan sano y tan diferente a lo que se hace ahora, que recuerdo con añoranzas todo y cada uno de esos momentos de mi infancia.
Robert Linarez
Miercoles 17 de Septiembre de 2008
6 y 01 am
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