Estaba el padre en el confesionario de la Iglesia, cuando de pronto llega una ciega, éste la ve y le pregunta:
"Buenos días, hija, ¿qué se te ofrece?"
La ciega le dice:
"Padre, estoy muy triste, nadie me quiere, soy fea, ciega, nadie quiere ser mi pareja y nadie quiere tener sexo conmigo."
"Hija, como tu eres ciega y realmente eres fea, sólo te ayudaría un milagro, pero confía en Dios y el te ayudará."
La ciega, sin esperanza y más triste que nunca, sale de la iglesia, va caminando por las calles muy insegura, cuando por accidente se sube a un puente seco. Como era ciega, se desorientó y se cayó del puente.
Afortunadamente, la ciega cayó encima de un camión lleno de plátanos, y empezó a tocar con las manos a sus alrededores para saber dónde había caído, cuando de pronto sorprendida dice muy alegre:
"¡Un milagro!!! Ay chicos, no se desesperen, uno a la vez, sólo uno a la vez, y gritó un Milaagroo!!!"
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