
¡Por supuesto que sí!
Entonces, ¡Págueme los 5.000 pesos del filete que se comió su perro!
El abogado saca un billete de 5.000 pesos y se lo entrega sin objeciones al carnicero, quien se devuelve a su negocio, apenado por haber desconfiado del abogado.
Una semana después, el carnicero recibe una cuenta de cobro del abogado por 50.000 pesos correspondientes a la consulta.
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