En este municipio de la provincia El Seibo se vive una euforia generalizada con la tierra. Todo el que la tiene la quiere vender. No importa cuánto se tenga o la condición del terreno, todo se vendió o está demarcado para venderse al mejor postor. La ambición de hacer dinero con la tierra ha llevado a los micheros a talar y cercar incluso los manglares y las áreas circundantes a las lagunas Rincón y Limón, zonas bajo supuesta protección de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.
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